La fortuna es esquiva para Gaby Leal

Domingo 19 de octubre de 2014
Bajo llave. | Leal lleva detenido una semana en Posadas y se negó a declarar ante el juez Balor. | Foto: Archivo
El 25 de noviembre de 2002, cerca las 20, Pablo Fraire fue asesinado de 40 puñaladas y ahorcado con una soga. Salió del trabajo, un comercio de aberturas de aluminio, y se resistió a ser asaltado en el lugar donde fue citado para comprar una computadora que lo ayudara a desplegar su pasión por la tecnología y el diseño. La muerte se le presentó cruel en un descampado de calle Francia y avenida Tomás Guido de Posadas.
Por este crimen, Gabriel Leal (38), conocido como Gaby, se convirtió de inmediato para los pesquisas policiales en uno de los principales sospechosos.
De todas maneras, logró profugarse gracias a un llamado que lo alertó, minutos antes, que el juez de Instrucción Penal, Fernando Verón, había emitido su orden de captura.
Un familiar le habría entregado dinero y lo trasladó hasta cruzar la frontera con Paraguay.
Desde entonces nada se supo de su paradero, se transformó en un misterio para todos los investigadores consultados.
Pero la suerte, destino o fortuna, le guardaba en su baraja una carta poco aconsejable.
En noviembre del año pasado, en Mallorca, España, aceleró su motocicleta de 125 centímetros cúbicos para cruzar un automóvil y fue detenido por zorros de tránsito de la Guardia Civil española. Definitivamente la carta no le sirvió para la apuesta que emprendió.
La Yamaha sin registro de titularidad, Leal sin cédula para manejar, con pasaporte vencido y sin cualquier otro documento que lo identifique como español.
Los pasos siguientes decantaron el final de su libertad. Cotejaron si el sujeto tenía antecedentes delictivos y los archivos de la Interpol no dieron lugar a equivocación. Desde 2005 era buscado en todo el planeta.
Leal se negó a ser extraditado, lo amparaba el derecho. Pero la Justicia de España resolvió que debía rertornar a Misiones, lo buscaban por "homicidio calificado por la alevosía".
Argentina no tiene cadena perpetua en su sistema penal, es decir que ninguna persona puede quedar presa de por vida. Para España fue el requisito excluyente y avaló la solicitud del Superior Tribunal de Justicia.

Una madre ejemplo
La madre de Pablo Fraire, Teresa Boldú, luchó hasta morir por ver a los asesinos de sus hijos juzgados y condenados.
No obstante, antes del 31 de julio de 2008, día en que falleció, su labor produjo cambios en la estructura de la Policía misionera y se puso en marcha la División Homicidios.
También en los pasillos judiciales, con la creación del querellante particular, Boldú fue el emblema de la Asociación de Derechos Humanos Madres e Hijos del Amor.
La investigación del caso fue lenta y recién en 2005 se logró la detención de Oscar "Poli" Castel (un medio hermano de Leal) y Gustavo "El Porteño" Aranda Alvarenga. Leal había conseguido escapar a España. En marzo de 2009, Castel y Aranda Alvarenga fueron condenados a prisión perpetua por el delito de "homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, por la alevosía y criminis causa".

Último paso
Leal pisó el suelo misionero nuevamente, el sábado 11 de octubre pasadas las 15, en el aeropuerto General San Martín de Posadas.
Allí lo recibió un amplio operativo de efectivos policiales, encabezados por los profesionales de la División Homicidios, quienes lo escoltaron a una celda en la Jefatura, donde se lo vigila las 24 horas al detalle, al límite, para evitar cualquier contingencia.
El jueves se abstuvo de declarar ante el juez de Instrucción Penal de turno, Ricardo Balor. Lo espera un juicio con todas las garantías aseguradas que podría enviarlo a prisión.
Deberá defenderse de las 37 puñaladas, la mayoría en la espalda y cuello a Pablo Fraire, y de que se lo acusa de ahorcarlo con una soga ayudado por Castel y Aranda.
Los análisis biológicos y químicos de la ropa de Fraire fueron contundentes: había manchas de sangre cuyo registró genético correspondió con el de Leal.
El su intento por defenderse, Fraire le propino varios golpes a Leal, y de allí habrían surgido las manchas, o de las lesiones de las estocadas sobre la víctima.
La alevosía del crimen conmocionó a la provincia. Un joven de 28 años, trabajador, con planes de casarse, que buscaba adquirir una herramienta para mejorar sus ingresos en épocas donde la crisis económica y social arrollaba cualquier esperanza.
En España, Gaby Leal trabajó como camarero, limpiavidrios y jardinero, para poder sustentarse, conseguir un techo y hasta formar pareja.
Algunas fuentes judiciales y policiales sostienen que lo logró gracias a documentos falsos que se negaba a portar, salvo el caso que se lo requirieran para alguna consulta laboral.
El temor a que lo deportaran descubriéndolo como ilegal en la vía pública lo tenía presente. Al menos hasta el momento en que decidió acelerar la moto y cruzar las dos líneas amarillas.

Por Javier Pelozo
fojacero@elterritorio.com.ar


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