El escurridizo Eduardo Kuhlmann, cerebro de la megaestafa a la Afip

Domingo 19 de octubre de 2014
Algunos íntimos aseguraron que el 25 de septiembre pasado festejó su cumpleaños en la casa de un amigo en esta ciudad; otros afirmaron que todos los meses viene a cobrar los alquileres de varios inmuebles que posee. Dicen que para pasar desapercibido se dejó crecer el cabello y usa barba.
Así, de boca en boca y por lo bajo, trascienden las supuestas andanzas del contador Eduardo Kuhlmann (41), prófugo de la Justicia desde hace más de un año, acusado de liderar una asociación ilícita integrada por profesionales de la zona Centro que habría facilitado la evasión de 70 millones de pesos al fisco.
Apodado el “Fariña obereño” por su estilo de vida ostentoso y contactos con el poder de turno, desde hacía más de una década Kuhlmann venía siendo apuntado como el jefe de un grupo de inescrupulosos que hacían jugosos negocios con transacciones al menos pocos claras.
En diciembre del 2003, fraguaron una asamblea -como luego sentenció la Justicia- para apropiarse del Club Atlético Oberá, una institución pionera del deporte local.
Más tarde fueron noticia y afrontaron innumerables denuncias por el traspaso irregular de obras sociales, donde dejaron a centenares de personas sin cobertura médica. Por estas maniobras murieron personas y existen varios juicios en proceso.
Pero el bunker de Kuhlmann fue la Consultora Centro, donde diseñó la ingeniería de la estaba que en febrero del año pasado denunció la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) ante la Justicia federal.
“Eduardo hizo una verdadera fortuna y todo empezó con los contactos políticos que logró cuando estuvo en el Ifai (Instituto de Fomento Agropecuario e Industrial), lo que le sirvió de trampolín para aceitar sus contactos bien arriba y lograr la impunidad que tuvo durante una década. Después algo se cortó y le soltaron la mano. Pero con la plata que hizo puede estar en cualquier lado, aunque mucha gente dice que lo suele ver por acá”, confió un ex amigo obereño que trabajó para él.
La misma fuente aportó un dato interesante: “Hace poco mandó una carta documento desde Campo Viera. O sea, anda por acá nomás y no creo que las autoridades tampoco lo busquen demasiado”, agregó con una mueca de ironía respecto al rol de las fuerzas de seguridad.
Una fuente judicial consultada por El Territorio sobre este caso, reconoció que no existen medios adecuados para buscar a los prófugos, quienes en Misiones en particular, cuentan con una geografía que los favorece.
“En este caso puntual, la responsabilidad es de Gendarmería Nacional y su identikit debería estar en todos los pasos fronterizos. Ahora le pregunto, ¿usted vio algún identikit del contador? Porque en mi caso, no he visto ninguno”, disparó el funcionario.
Por su parte, un conocedor del entorno de Kuhlmann aseguró que desde la clandestinidad sigue manejando sus negocios, incluido un boliche que tendría en Puerto Iguazú, donde suele alojarse varios días. También mencionó que tiene departamentos en Brasil y pasaría buena parte del tiempo en el vecino país, cruzando el río Uruguay por pasos sin control.
“Las serias limitaciones de recursos y además de personal de las fuerzas de seguridad, sumado a las amplísimas frontera con Brasil y Paraguay que tenemos en la provincia, propician y facilitan el escape de los prófugos. Pero la realidad es que tampoco se los busca demasiado”, subrayaron desde la propia Justicia.

Empresas fantasmas
Hace diez días, la Cámara Federal de Posadas confirmó nueve procesamientos dictados en primera instancia contra un grupo de profesionales que facilitó la evasión de 70 millones de pesos. La sentencia surgió como resultado de las pruebas aportadas por la Afip. Según la Justicia, la organización ilícita “era liderada por Eduardo Kuhlmann y estaba integrada por contadores, abogados, escribanos, informáticos y otros profesionales que se dedicaban a facilitar la evasión tributaria de terceras personas”, informaron.
La maniobra se realizó a través de una asociación ilícita que creaba empresas fantasma y utilizaba prestanombres, documentación apócrifa, simulación de empleados y cesiones permanentes de socios.
El contador supo consolidar una estructura con varias líneas de negocios, aunque el mayor rédito económico lo obtuvo con tres financieras, prestando dinero y cambiando cheques con tasas de usura.
Si bien desde hace años estaba en la mira de los sabuesos de la Afip, él mismo se jactaba de sus “contactos arriba”, por lo que siguió operando e incrementando su patrimonio. Incluso, el local que alquila el organismo nacional en esta localidad es de su propiedad.
Durante muchos años integró una sociedad comercial junto a dos reconocidos médicos obereños. Además, se fue rodeando de personas allegadas a máximas autoridades del Poder Judicial misionero.
En diciembre del 2003, la sociedad que integraba adquirió en forma irregular el predio del Club Atlético Oberá. Recién este año la Justicia cerró el caso y restituyó el club a la comunidad, aunque Kuhlmann y sus socios no habían llegado a tomar posesión de esa entidad deportiva.
Está probado que en diciembre del 2003, el entonces presidente del club fraguó una asamblea para autorizar la venta del predio en 320 mil pesos al grupo empresarial de Kuhlmann.
El 19 de enero del 2004 se concretó el negocio y, según constancia del Registro de la Propiedad e Inmueble, la venta fue realizada por el ex presidente del club, Rubén Rodríguez.
 “El primer gran quiebre con los dos socios fue la compra del Club Atlético. Llegó un momento en que los otros querían reconocer que se equivocaron o que los estafaron y devolver el club, pero Eduardo estaba empecinado en quedarse con su negocio. Los otros le decían que se estaban exponiendo demasiado, que se ponían a la sociedad en contra por la historia del club. Pero él decía: 'qué me importa lo que diga la gente, yo hago mi negocio'”, precisaron.


El dato 70
millones de pesos es el monto de evasión fiscal que concretó la banda obereña.


Con la salud no se juega Una de las operatorias denunciadas en las que participó el contador Eduardo Kuhlmann fue el traspaso irregular de obras sociales sindicales, lo que también derivó en causas judiciales.
“Los traspasos que se hacían eran masivos, con un promedio en su mejor momento de 3.000 titulares mensuales. Acá no se respetaba nada: se falsificaban firmas, se prometían prestaciones que luego no se cumplían, o se engañaba haciendo firmar las fichas como si fueran para otra cosa”, aseguró una fuente del caso.
Recordó que la empresa fue denunciada penalmente por Osprera por el traspaso compulsivo de unos 800 titulares de esa obra social.
Y agregó: “Hace unos años se murió un afiliado en la misma vereda de la clínica porque no quisieron atenderlo y hay una denuncia penal por eso”. Por estos antecedentes y otras cuestiones, la sociedad se dividió.
En tanto, tal como publicó este medio, en el marco de la investigación de la megaestafa a la Afip se comprobó que el contador le hacía firmar diferentes documentos a su abuela materna, de 92 años, ya que la anciana aparecía como gerente de varias empresas del grupo.
Precisamente, una de las modalidades detectadas por la Afip fue la utilización de personas mayores de 70 años en calidad de “prestanombres”, en su mayoría familiares de los involucrados, con la finalidad de eludir responsabilidades penales.
“Después que saltó lo de la abuela, el resto de la familia le hizo la cruz. Con los años fue perdiendo amigos, anda armado y todo el tiempo se siente perseguido; no de ahora que está prófugo, sino de antes, porque perjudicó a mucha gente y lo sabe”, aseguró un antiguo amigo de Eduardo Kuhlmann.

Por Daniel Villamea
fojacero@elterritorio.com.ar


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