Compartimientos especiales permiten ocultar varias toneladas de droga

Domingo 18 de enero de 2015
Los números marcan claramente como el narcotráfico está cada vez más arraigado en esta provincia, al punto de convertirse en una fuente laboral para muchas personas que se arriesgan ante las sumas de dinero que puedan lograr llevando la mercadería ilegal hacia otros puntos.
De acuerdo a datos obtenidos consultando fuentes oficiales, en el ambiente del transporte de grandes cargas abundan las ofertas, que muchas veces son aceptadas por los camioneros en perjuicio de los empresarios y otras veces por los transportistas en perjuicio de los choferes.
Dicho de otra manera: Hay casos en que el dueño de la flota de camiones no sabe que la carga de madera lleva también varias toneladas de marihuana oculta y se entera cuando el vehículo queda detenido y otros donde el empresario decide llevar la carga ilegal sin que el camionero lo sepa, o al menos eso dice la mayoría de ellos cuando son atrapados por agentes federales.
Se han conocido casos (como en Leandro N. Alem, a principios de diciembre pasado, por citar un ejemplo) en los que la marihuana se carga en otro punto, aunque con complicidad de quienes cargan la madera, dejando espacios suficientes donde rellenar con miles de ladrillos del estupefaciente.
En ese contexto, el transporte de madera se ha convertido en los últimos años en el predilecto para trasladar la droga, aunque la logística es enorme y ocupa muchas manos.
La madera aserrada es cargada en bloques arriba del acoplado y en vez de juntarlos bien para evitar riesgos, dejan huecos de 30 o 40 centímetros entre cada uno, donde luego se acondicionan las bolsas negras que contienen, en general, unos veinte kilos cada una distribuidos en paquetes de 800 y mil gramos.
Otra forma detectada consiste en armar los bloques de maderas con tirantes cortos y largos, dejando un espacio entre medio a modo de cofre que luego se rellena con la droga y se ajustan con cinchas para que queden compactas, tal cual el detectado a principios del mes pasado en un aserradero de colonia Belo Horizonte, en San Ignacio (ver la foto de tapa).
Hasta se ocultó entre cargas de limones y mandioca, pero en todos los casos, una vez que la carga está dispuesta en el acoplado, se encarpa bien y precinta para luego salir a la ruta con documentación muchas veces adulterada y vehículos pequeños que hacen de campana para alertar sobre controles sobre la ruta o en algunos casos, lograr evitar la requisa por medio de sobornos.
Cuando caen se justifican en las necesidades insatisfechas de sus familias, en la posibilidad de un bienestar mejor para los suyos, pero desde la cárcel nada pueden hacer para protegerlos. Por eso el código es no hablar y en todo caso, llegar al juicio sin delatar a nadie.
El mundo narco se mueve así, por fuera de la ley, captando a personas ambiciosas y corajudas para que lleven adelante uno de los pasos fundamentales del trafico: el transporte.

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