Los narcos al acecho

Siempre le gustó manejar y conocer lugares nuevos. Su pasión por andar en la ruta lo llevó a sitios inimaginables a bordo de un colectivo.
Su vida de soltero la pasó entera surcando las rutas del país, llevando y trayendo personas. Esos miles de kilómetros recorridos hicieron que a su Argentina la conozca como a la palma de su mano. En el ambiente se sabía, le daba chapa ante los nuevos choferes.
El amor y los hijos llegaron a su vida casi de la mano, por eso no dudó en frenar sus largos viajes y dedicarse a la línea provincial que la misma empresa cubría en Misiones. Decidió priorizar su familia y quiso estar cerca de ellos, pero la ganancia era mucho menor.
El servicio entre Posadas y Oberá lo tuvo ocupado mucho tiempo, haciendo tres y hasta cuatro vueltas por jornada. Era cansador y generaba en sí un deseo de exteriorizar su descontento, pero no le quedaba otra que hacerlo con los pasajeros habituales.
Así fue que ese hombre se enteró de su necesidad, sus deseos de progreso estancado y hasta de sus ganas de pasar más tiempo con su gente. Era el blanco perfecto y no dudó en proponerle un negocio que suponía le iba a interesar demasiado.
“¡Tengo un trabajo buenísimo para vos!” (le dijo en medio del tercer viaje a Posadas). “Ya que te gusta manejar, estoy seguro que te va a gustar. Lo único es que vas a tener que cambiar el colectivo por un camión” prosiguió con un tono seguro.
Sin esperar alguna respuesta el desconocido continuó su discurso: “Es un viaje por semana llevando madera a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y rara vez a Neuquén. Podés llevar a tu familia o a un acompañante para que cebe mates. El pago es nueve mil pesos por viaje, o sea, 36 mil por mes”.
La idea le gustó al colectivero. Se imaginó cuánto podía hacer con esa plata e indagó un poco más. “Ni siquiera tenés que cargar el camión, porque el día del viaje lo dejamos en la puerta de tu casa y lo llevás a destino sin ensuciarte las manos”, explicó quien ofrecía.
En ese punto le saltó la ficha, porque sabía por sus conocidos camioneros que el viaje no superaba los tres mil pesos y nadie esperaba el camión cargado cómodamente en su casa, sin saber qué llevaba realmente.
Supuso que algo raro había, que seguro llevaría madera pero imaginó que también algo ilegal.
Rechazó la tentadora oferta y no se equivocó, porque ese desconocido también era camionero, aunque actualmente no maneja. Desde hace cuatro meses está preso en Corrientes. Cayó con 700 kilos de marihuana entre tirantes de pino aserrados.
"Una vez que entrás no salís más y si se te ocurre hablar te matan, o peor aún, se agarran con tu familia mientras vos, en la cárcel no los podés defender" concluyó el chofer. Sin embargo, no fue la única propuesta que rechazó.

:: Notas relacionadas
→ Negocio sobre ruedas y en cunas confiables
→ Más de 50 toneladas fueron sacadas del circuito en el 2014
→ Compartimientos especiales permiten ocultar varias toneladas de droga
→ Las bandas adelantan dinero para armar aserraderos en la zona Centro