Refuerzan la línea que relaciona el caso con secuestradores narcos y policías

Sábado 3 de septiembre de 2011 | 10:12hs.
Un pedido. | Vecinos, familiares y amigos no dejan de pedir justicia, mientras la policía continúa con la investigación. | Foto: Telam.

Sospechan que hay agentes que integran una banda dedicada a secuestrar a narcos, a la que vinculan con el caso. Y dicen que el cuerpo de la nena fue preparado por gente que sabía cómo borrar pruebas. La frase fue terrible, pero también sugestiva: “Esta gente sabía como preparar un cuerpo”, le dijo ayer una alta fuente judicial a Clarín, haciendo referencia a cómo el miércoles pasado apareció el cadáver de Candela Rodríguez (11), a un costado de la Autopista del Oeste.

Con la definición, el investigador apuntó a dos circunstancias que están siendo analizadas a fondo en el expediente y que se condicen con la versión de que detrás del crimen se podría esconder una vendetta narco, ejecutada por una banda mixta que no sólo estaría formada por delincuentes y ex policias, sino que también tendría una pata de policías en actividad. Estaría relacionada, además, con el entorno familiar de la nena. En particular, con el novio de su tía.

La primera circunstancia a analizar: la nena no tenía ningún signo de haber sido maltratada durante su cautiverio (incluso llevaba el mismo peinado que el día en que desapareció). “Estaba hidratada, había comido entre tres y seis horas antes de su muerte y, pese a las primeras versiones que dio un forense policial, no la habían golpeado”, detalló el vocero consultado. Esto, evalúan, podría indicar que Candela conocía a sus secuestradores y que por eso no hubo violencia durante los siete días en los que estuvo privada de su libertad antes de que la mataran.

La segunda circunstancia: una vez concretado el homicidio, los asesinos de Candela cubrieron sus huellas con un profesionalismo llamativo. Aunque ya se confirmó que la nena no fue violada, apareció totalmente desnuda. Para los investigadores, los secuestradores sabían que el Poder Judicial de San Martin contaba con tecnología (recientemente adquirida) para encontrar rastros de piel y ADN en prendas. Eso los hace pensar en policías. Otro detalle importante es que, luego de asfixiarla, sus asesinos doblaron el cuerpo y lo ataron hasta que sobrevino el “rigor mortis”. “Recién entonces la desataron y la metieron en la bolsa de consorcio en la que la tiraron”, confiaron las fuentes consultadas, quienes atribuyen esta conducta a gente con conocimientos en el tema. A esto se le suma el momento y el lugar donde abandonaron el cuerpo. Como si supieran que el rastrillaje oficial de la Policía iba por otro lado. Todas estas especulaciones se dan en un marco muy particular.

Por un lado, Carola Labrador, mama de Candela, se ocupó ayer de desacreditar las versiones de que lo ocurrido se relaciona con su familia y los vínculos de esta con narcos y piratas del asfalto. Por otro, crece la hipótesis de que todo podría estar conectado con una serie de secuestros narcos de villa Korea (San Martín) que se viene sucediendo hace cinco meses. Como publicó Clarín en su edición de ayer, al menos siete personas relacionadas con el narcotráfico –o sus familiares– fueron secuestradas en la zona de villa Korea, uno de los polos de venta de droga más importantes de San Martín.

De ese barrio proviene gran parte de la familia de la nena, que visitaba el asentamiento con frecuencia. En sólo uno de esos casos se realizó denuncia policial, pero todos –según confiaron voceros judiciales a Clarín– tienen un denominador común alarmante: los secuestradores se presentaron siempre como policías. En otras palabras, los secuestradores capturaron a sus víctimas haciendo pasar todo como un operativo de detención: con chalecos policiales y fusiles como los de la Bonaerense. Una de los capturados habría sido un hombre apodado “Huevo”, pareja desde hace siete años de Betiana Labrador, hermana de la mamá de Candela.