Hilo de plata

Lunes 26 de enero de 2015
Conversando al voleo con quien cuadre se descubre que se comparten con el fulano coordenadas comunes que tejió la araña del destino. Nací bien lejos de Misiones, en lo que se llama un barrio ultra porteño, es decir, arboleda, perros, adoquines, y en medio de judíos, árabes, tanos, gallegos y el mestizaje de rigor. Barrio pionero en conventillos, murgas, kermeses y corsos de carnaval. Con su guapos distrital, carros, fogata sanpedrina y la barra de la esquina. Con su loco, su preso y su morocha. Atlanta, cementerio, potrero, billar, quinielero, adivina, burdel, edictos y policía en la garita.
Famoso por ser cuna de Marechal, DÁrienzo, Majul, Scioli y aguantadero de Quioga, entre otros fantasmas, todos vecinos ilustres de mi barrio multi étnico. No fueron los únicos. El barrio, Villa Crespo, tenía su cine: el Regio. Y acá comienza la historia. El histórico cine-teatro está ubicado en el cruce de las avenidas Córdoba y Dorrego, muy cerca de Palermo y Chacarita. En el Regio vimos los de entonces las primeras películas prohibidas para mayores siendo menores, excitados polizones entre butacas y conitos de semillas de girasol.
Estuvo un tiempo clausurado y reabrió sus puertas hace poco prestando servicios culturales parecidos. Sucede que en el Regio había cantado Gardel y ese era un lauro que pocos barrios cuestionaban. En un patio de Almagro sonaba la marcha peronista, en otro de Caballito, una canzoneta, en Villa del Parque un paso doble, en Abasto, endechas orientales. Todos eran parecido, pero en Villa Crespo había cantado Gardel y esas eran palabras mayores. Súmese: “Al lado del Regio, casualmente, vivía yo cuando llegué de España”, me comentaba el entrañable Darío Cebolla. “De España al Brasil, del Brasil al Uruguay y del Uruguay a la casa vecina del Regio, antes que a la Patagonia. Con el tiempo llegué a Posadas”. Como ven, estoy hermanado de algún modo a la fundación del Bar Español. Los hilos de plata aparecen, cuando delata el sol las gotas del rocío en las telarañas, siempre abandonadas a tiempo.

Aguará-í