De fortalezas y debilidades

Miércoles 1 de abril de 2015

El cuarto paro general que enfrentó la presidenta Cristina Fernández, tuvo un condimento clave que garantizó ayer el éxito de la medida de fuerza: la falta de transporte público (páginas 3 y 4). Tanto quienes adherían de manera abierta a la protesta como los que no estaban de acuerdo, quedaron supeditados a la carencia de transporte público, como ocurrió en Misiones. Empleados de comercios, docentes y alumnos, estuvieron en la lista de los afectados. En la provincia -como en todo el país-, ayer se observó la ausencia total -en calles y rutas- de colectivos urbanos, de corta y larga distancia. Tampoco se registraron movimientos de bienes, por la adhesión del transporte de carga. La protesta de 24 horas fue liderada por la Unión Tranviarios Automotor (UTA) -que representa a empleados que movilizan estas unidades- a la que adhirieron otros sectores. Entre los principales reclamos figuraban el alto nivel de inflación que consume los salarios y el pedido de que se eleve el piso del impuesto a las ganancias. Claramente, también se midió la fuerza de convocatoria de los líderes sindicales, quienes envalentonados con la adhesión al paro que calificaron de “contundente”, ya adelantaron que están dispuestos a endurecer la medida e incluir una movilización en caso de no obtener respuesta. En medio de un acto, la mandataria nacional respondió a estos gremios y sostuvo que si no hubiera habido huelga de transporte no hubiera habido paro. Está claro -y Cristina  lo sabe-, que allí reside el poder de estos gremios y por lo tanto, la flaqueza del Gobierno nacional.

Antonio Villalba

Editor de Política
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