Cuna de la literatura Sudamericana

Lunes 7 de julio de 2014 | 00:00hs.

Cuando todavía los límites geográficos no definían a la Argentina, cuando aún nuestro territorio dependía del Virreinato del Perú, cuando los sacerdotes jesuitas emprendían las misiones entre la población guaraní para evangelizar, en ese entonces la literatura comenzaba a surgir de la mano de un indio nacido en el pueblo jesuítico de Santa María la Mayor.
Nicolás Yapuguay fue un cacique que se destacó por su carisma, liderazgo, sus dotes de músico y compositor. Pero pasó a la historia por ser el primero en escribir y publicar un libro. En 1724 publicó Explicación de el catecismo en lengua guaraní, con dirección del padre Paulo Restivo y en 1727 editó otro en la reducción de San Francisco Javier con el título Sermones y exemplos en lengua guaraní.
Quizás para algunos sea la primera vez que escuchen su nombre y su labor. En tanto, su legado trascendió de tal manera que el Laboratorio de Conservación que depende del Fondo Antiguo de la Compañía de Jesús en Argentina se llama Nicolás Yapuguay. Allí, en Buenos Aires, reposan los incunables, unos 15 mil ejemplares (ver: Un hospital para libros antiguos en páginas 12-13) rescatados de las reducciones jesuíticas hace 300 años.      

Según Susana Brandariz, especialista en restauración de bienes culturales y directora del laboratorio, “ese primer libro de Yapuguay es uno de los incunables guaraníticos de mayor valor porque marca el principio del uso de la imprenta en los pueblos jesuitas de América del Sur”.
Conviene aclarar que la primera obra publicada en las misiones de los guaraníes data de 1700 y fue una traducción del Martirologio Romano realizada por el padre José Serrano, que consiste en un extenso catálogo de los mártires y santos de la Iglesia. La obra de Serrano como las de Yapuguay comparten un denominador común que refuerza la teoría de Misiones como cuna de la literatura sudamericana: salieron de la primera imprenta construida por los propios jesuitas y guaraníes ante la tardanza de España de enviar un impresor.
“El lugar de origen de la primera imprenta guaraní-misionera es el pueblo de Loreto, según afirma el máximo historiador de las misiones jesuíticas, el padre Guillermo Furlong. Los jesuitas reclamaban ya desde 1632 a España que se enviara un hermano impresor de las provincias jesuíticas de Alemania, Francia o Flandes. Pero finalizando el siglo XVII aún no habían logrado este cometido. Por eso, el ingenio y habilidad del padre Juan Bautista Neumann, hizo que finalmente se construyera una imprenta con maderas nobles de la región y una aleación de plomo y estaño para fabricar los tipos”, explica el historiador Alfredo Poenitz.
En Córdoba la primera imprenta es introducida en 1764, que es ubicada en la Universidad y luego en el Colegio Montserrat. Al producirse la expulsión de los jesuitas poco tiempo después, esa imprenta es guardada y, posteriormente llevada a Buenos Aires y puesta al servicio de la casa de los Niños Espósitos.
Todavía se imprimía en 1800, pero ya desde la imprenta de los Niños Espósitos, en Buenos Aires. Al realizarse los inventarios de todo lo existente en las reducciones cuando se produce la expulsión de los jesuitas, fueron consignados en ellos varios ejemplares publicados en las misiones de guaraníes.

Por Griselda Acuña

Informe de domingo

  Los primeros escritos publicados fueron misioneros
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  Un hospital para los libros antiguos