El mundo del silencio

Domingo 17 de mayo de 2015 | 00:00hs.
Hasta poco antes del año 2000 esta colonia estaba en emergencia de todo tipo. Las arroceras que estaban afincadas en los terrenos que rodean a gran parte de los Esteros del Iberá, que es reserva provincial desde el año 1983, se abastecían de las aguas del lago y como consecuencia del uso de venenos, en poco tiempo se generó una increíble cadena de muerte en varias especies de animales.
Pero no sólo las aves, los zorros y los reptiles estaban en peligro, sino que la población entera de Pellegrini estaba en la ruina. Si bien eran muchas las arroceras que explotaban las tierras de la zona, pocos vecinos de Pellegrini eran contratados para trabajar en la siembra y la cosecha. Ahora muchos ven con claridad que en esos tiempos lo que sucedía era devastador: los pocos trabajadores eran explotados y el grueso del dinero de las arroceras se iba para otros puntos cardinales, lejos de la colonia e inclusive de la provincia. “Acá no nos quedaba nada”, dicen quienes ahora son flamantes propietarios de los más de 30 hospedajes o posadas que hay en el pueblo, donde la cantidad de habitantes no varió en los últimos años. Son alrededor de 800 y esta parece ser la cantidad que debe ser para siempre.
El municipio de Colonia Carlos Pellegrini está situado en el departamento General San Martín y se encuentra emplazado dentro de la Reserva Natural del Iberá, por lo que la localidad está dentro de lo que se denomina Macro Sistema Iberá.
De acuerdo al último censo del año 2010, en la colonia hay alrededor de 890 habitantes, número bastante más considerable de lo que había arrojado el de 2001, con apenas 683 personas viviendo en las tranquilas y silenciosas calles de arena. En 1991, por ejemplo, eran sólo 513, por lo que debe entenderse que desde que el municipio vive casi exclusivamente del turismo, la población aumentó y lo hace en armonía con lo que más se cuida y se valora por estos tiempos en la colonia, la flora y la fauna, el lago y su ecosistema. Aprendieron a conservar además las tradicionales construcciones de la región, lo que inclusive está regulado por ordenanza municipal, como también la forma de venta de los terrenos.
Algo está decidido entre las autoridades y la población. Crecer más no es lo conveniente. Pellegrini debe conservar su estilo de vida en el cual escuchar el ruido de un auto o una moto no debe ser más que una obligación, y lo mejor es caminar, andar a caballo y aprovechar la increíble posibilidad de apreciar a distintas especies de aves (hay más de 300 en los Esteros) que suelen hasta pasar por el frente de uno o descansar en medio de las calles angostas y arenosas.
Desde el municipio se asegura que de todos los pueblos que están asentados a orillas de los Esteros, Pellegrini es el único por ahora que está desarrollando plenamente los recursos naturales para explotar la industria del turismo. Pero siempre con reglas y hasta con normas de conducta para cumplir con ordenanzas y no dañar al medio ambiente. Tanto es así que las construcciones de un piso de altura o más están prohibidas. Todo tiene que ser como entonces, con casas bajas en clara adaptación al llano de los Esteros. De vivir de las arroceras o la ganadería, la mayoría de los que viven en Pellegrini son guías o son los personalizados empleados de cada una de las hosterías o posadas.

Los 100 años de la colonia
Llegar a Colonia Pellegrini es todo un desafío. Los tres caminos hacia el pueblo son de ripio o arena, arena blanca como la harina. Hay tramos que irremediablemente obligan a recorrerlos en vehículos altos y fuertes, y siempre a velocidad más baja que la normal. Desde Posadas se puede acceder por la ruta 12, ingresando luego a la ruta 41, que lleva directo hasta el pueblo donde se empieza a observar de apoco la fauna propia de la región. También es posible llegar al reino del silencio a través de la ruta provincial 40, desde la ruta nacional 14, con acceso poco después de la ciudad de Virasoro, o también desde la ciudad de Mercedes, retomando la otra punta de la ruta 40. Todos los caminos, se insiste siempre, son de ripio o arena. Y desde la Municipalidad de Carlos Pellegrini se recomienda siempre averiguar certeramente cómo están los caminos, porque, se detalla, en todo el trayecto de más o menos 130 kilómetros desde los tres puntos de referencia, una vez que se abandona el asfalto no hay estaciones de servicio y no hay señal para el funcionamiento de los teléfonos celulares o inteligentes. Se palpa entonces, una vez en camino, que definitivamente se está en medio de la llanura inmensa, en el corazón del segundo humedal más importante del continente, y según otras aseveraciones, la segunda reserva de agua dulce del mundo, nada menos.
El aislamiento parece jugar en contra de quienes no cuentan con un vehículo fuerte o recursos necesarios para contratar un servicio turístico que lo deposite en Pellegrini sin tener que investigar los caminos y las conexiones. Desde la localidad de Mercedes salen regularmente minibuses al mediodía y se puede regresar de la misma forma desde Pellegrini a las 4 de la mañana. La colonia, definitivamente, depende de Mercedes, y no sólo para la llegada y salida de los turistas, sino también para emergencias y para su contacto con el resto de la provincia y del país.
Pero una vez en la colonia, lo primero que sorprende es el silencio total, casi hasta molesto para muchos que percibirán esa realidad con tan sólo caminar por sus calles hasta algún punto costero de la laguna Iberá.
“Mirando entre los pajonales descubrirá a los carpinchos cuidando a sus crías, en el espejo del agua verá reflejarse los vivos colores de las plantas acuáticas, pero no se olvide de mirar al cielo y descubrirá a las garzas levantando vuelo y podrá admirar al mismo tiempo aves de colores desconocidos”, se describe en una de las tantas promociones del pueblo y su pantanal. Y se vuelve a insistir en eso de “no se olvide de escuchar el silencio”.
La historia detalla que el terreno donde actualmente se levanta Carlos Pellegrini perteneció al ex gobernador Juan Ramón Vidal, quien en 1914 visitó la localidad para vender sus tierras mensuradas a los colonos. El precio de la manzana de terreno era de 300 pesos en aquel momento.
Por entonces, este poblado no tenía acceso terrestre con la ciudad de Mercedes. A partir de 1912, el cruce de la laguna Iberá se hacía en una balsa a remo sobre tambores, tirada por bueyes, que se hacían pasar a nado pero con la cabeza apoyada sobre maderas sujetas a la improvisada balsa.
Ese sistema de cruce se utilizó hasta 1972, cuando se inauguró el pedraplén y la balsa dejó de prestar servicio.
La ruta era mantenida en muy buen estado de conservación mediante puestos camineros cada 20 kilómetros, desde los que cada día era repasada con niveladoras livianas tiradas por caballos. En 2015 eso ya no ocurre, pero tampoco se mantienen los caminos como es necesario y el propio viceintendente, Tato Fraga, reniega por eso con el Gobierno provincial y por la falta además de cartelería y señalética para que llegar a Pellegrini no dependa de la sagacidad de cada uno de los conductores o de los conocimientos de los baqueanos o guías.

El aislamiento de siglo a siglo
Si ahora la lucha es por mejorar la accesibilidad y desterrar definitivamente el aislamiento parcial, en el detalle de la historia del pueblo se resalta que “para tener noción del aislamiento en que vivían los pobladores es necesario conocer algunas particularidades de esta colonia”. Y se asegura que antes de establecerse la comisaría en el poblado, era costumbre que desde la ciudad cabecera del departamento, La Cruz, se enviaran periódicamente un comisario y dos agentes. También era frecuente que dichos comisionados no regresaran, porque morían acuchillados o baleados en peleas y reyertas, muy abundantes en ese tiempo.
La primera escuela de hecho funcionó desde 1917 en una casa construida para ese fin, en la que una maestra no oficial impartía nociones elementales a los chicos.
Actualmente en Pellegrini no hay bancos ni cajeros ni correo. Quienes tienen que hacer trámites bancarios deben viajar a Santo Tomé o a Mercedes. Para el traslado a Santo Tomé, la Municipalidad dispone de movilidad todos los meses para que muchas personas puedan cobrar. Y en el caso de Mercedes, hay un ómnibus que circula con frecuencia a un precio módico.
Lo importante, después de todo, siguen siendo los animales, el silencio y que el hombre se remita a observar, a apreciar y a generar la menor cantidad de basura posible.

Por Mauro Parrotta
miparrotta@hotmail.com



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