Palabras mayores

Domingo 14 de diciembre de 2014 | 21:00hs.
Siempre hacia adelante, no se para de soñar y de proyectar y de aprender. Así se vive sabiamente la vejez, porque la experiencia ayuda a atender a las cosas que sí merecen la pena y a quitarle el drama a los problemas cotidianos.
Suena sencillo, pero cada uno lo descubrió a su momento, solo y con sus propios tiempos y tropiezos, cuando le llegó la hora de jubilarse y se enfrentó al vacío inmenso de la libertad de un día sin rutina.
Nadie está preparado para esa jornada sin obligaciones laborales, y es frecuente que las personas hagan esta transición como un duelo y con dolor; y aparecen tensiones en las familias por el reacomodamiento de roles.
Entonces, si ya es sabido, por qué no ahorrar a otros el sufrimiento, se preguntan en los clubes de abuelos, espacios participativos y con acceso a profesionales que pueden acompañar este proceso de jubilación y mejorar la calidad de vida en la tercera edad, a la vez que invitan a sumarse a los talleres, charlas y festejos que tienen lugar en sus sedes en los barrios.
Especialistas recomiendan prepararse mental, económico y emocionalmente para cuando llega el momento de jubilarse. Este entrenamiento puede evitar la aparición de patologías asociadas a la imposibilidad de adaptarse y que pueden conducir a una depresión.
En Misiones, el 10,3 de la población tiene 65 años o más, y de este universo, el 90% cuenta con una jubilación, pensión u otra cobertura social. El censo de población y hogares 2010 marca además que, en los últimos diez años, se dio un salto de calidad en el acceso a la salud y los servicios para las personas mayores.
En tanto, las actividades que integran y propician el vínculo con el otro tienen su impacto beneficioso con mayor salud, aseguran.
Jubilarse implica una modificación en la propia representación de uno mismo, entendió Norma Catalano, vicepresidenta del Consejo Provincial del Adulto Mayor.
“El ámbito laboral nos hace contar con redes sociales, imagen positiva, sentirnos eficaces y estimarnos en un estatus que no es fácil reemplazar, particularmente para quienes su actividad les resulta gratificante o les brinda el poder de la responsabilidad, o detentó autoridad, y cuya identidad se construyó a partir del ámbito laboral”, dijo.
El cambio que se produce en las rutinas cotidianas al jubilarse puede resultar gratificante o generar incertidumbre y desesperación por la dificultad en la estructura del uso del tiempo. De incorporar las herramientas necesarias dependerá las posibilidades de adaptación (ver página 10).
Por otro lado, docentes que realizan talleres destinados a los adultos mayores resaltan cómo cambia la perspectiva de la vida de quienes recuperan la actividad y las ganas de hacer planes y cumplirlos.
“En mi trabajo con los clubes de abuelos pude ver los avances que tienen las personas mayores cuando encuentran un espacio de contención y de amor, y donde puedan hablar y ser escuchados”, expresó Verónica Valenzuela, instructora de yoga.
También Roxana Sánchez, profesora de folclore, enseña a las personas de la tercera edad a bailar los ritmos tradicionales; el secreto está en no perder el movimiento, confió.
“Es hermosa la transformación que tienen los adultos cuando tienen pertenencia y están en actividad; hay casos en que llegan con poca energía y con el tiempo se hacen amigos y no paran de charlar y de hacer planes”.
Voluntad y amor por la vida. Esas son las claves de la superación, repitieron en cada entrevista las personas que encontraron en la tercera edad un nuevo comienzo. En este informe sostienen que hay muchos mitos y prejuicios sobre la vejez, y que por ello es importante educar a las generaciones jóvenes y a los mismos jubilados sobre el valor que tiene el tiempo propio y la independencia.
“Podía dormir todo el día, sufrir porque la plata no alcanza y quejarme del dolor de la artrosis, y eso fue lo primero que hice, pero por suerte tengo el amor de mi familia y de mis vecinos y pronto encontré mi tarea en ayudar en el barrio”, contó Alina Tampa, de la chacra 146, que es voluntaria en el comedor comunitario.
Su día transcurre recolectando ropa y poniéndola en condiciones para dárselas a las madres con numerosos chicos y también ayuda con apoyo escolar, sobre todo el matemática.
En otro lugar de Posadas, y sin nunca haberse cruzado, Ana Müller (75) dio con el mismo camino; la solidaridad y el compromiso con los demás son su motivo de vida y tiene jornadas tan atareadas que quiere más tiempo para tener más lindo el jardín.
Fue enfermera casi 40 años y curó a generaciones de familias en el barrio Rocamora. Todavía hoy anda a las corridas para prestar los primeros auxilios si a alguien le sube la presión o un niño se lastima jugando en la vereda.
“Los vecinos me golpean las manos porque siempre tengo una gasa, agua oxigenada; si una persona mayor está enferma le tomo la presión, pienso que ser enfermera es una vocación que te acompaña siempre”, sostuvo.

Una nueva oportunidad
Julián Pérez agradece la nueva oportunidad que le dio la vida. Sobrevivió a un ACV y tras el tiempo de rehabilitación apenas si presta atención a las secuelas.
Desde ese día se definió por vivir el presente y no pensar en los problemas; con sólo ese cambio de mirada recuperó la alegría y su costumbre de siempre, de bailar cualquier melodía, invitando a la dama que esté más cerca.
“Soy un convencido de que la fe en Dios me dio esta segunda oportunidad de vivir, y no la puedo desaprovechar sintiendo tristeza o quedándome sentado en mi casa; me gusta hacer amigos y hacer reír a los demás”, dijo Pérez. Él suele ser quien prepara el tereré en las tardes del Club de Abuelos Nuestra Señora del Milagro de Salta y tiene anécdotas a mano: “Recorrí el mundo en barco, era parte de las flotas que llevábamos a Europa frutas, granos, carne; conocí muchos lugares y mucha gente y tengo tantas historias...”.
Así, hablando de todo un poco se va la hora, algunos siguen la ronda del mate, las mujeres no descuidan el dibujo del crochet y hasta hacen tratamientos de belleza.
“Volvés a tu casa con una energía diferente, feliz por haber compartido con amigos, y a esta altura de mi vida vengo a descubrir que existe la amistad entre el hombre y la mujer y es maravillosa”, confió, risueño, Pérez, jubilado de navegación marítima.
Los temas que les interesan no son distintos a los de cualquier grupo de amigos: la familia, los nietos, los amores, los pasatiempos, los problemas.
“Los nietos son lo más grande que tiene la vida y un cariño que se conoce de grande”, compartieron, y aclararon: “No es cierto que el abuelo deba quedarse en casa cuidando de los nietos; cada uno debe ser dueño de su tiempo.
Marta Capaia, que dirige el Centro de Jubilados Cristo Rey, contó que hay muchos jubilados que están solos: “Hay casos en los que los hijos abusan de los padres y todo el tiempo les piden que cuiden a los nietos, pero ya no somos niñeros; los años que nos quedan de vida tenemos que tratar de disfrutar”, sostuvo (ver página 7).


Los números 69.340
personas mayores de 65 años hay en Misiones. Más de la mitad son mujeres.
90%
de los mayores de 65 años es jubilado o cuenta con pensión o cobertura social, según el Censo 2010.
33
clubes de jubilados funcionan en Posadas y Garupá. Ofrecen servicios y talleres de capacitación y recreación.


Por Silvia Godoy
interior@elterritorio.com.ar


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