Golpe de suerte

Domingo 12 de abril de 2015 | 21:00hs.
Dar y recibir. | Las jóvenes promesas que se inician en el boxeo explotan sus tensiones arriba del cuadrilátero. | Foto: Sixto Fariña
No perdieron la inocencia de su juventud. Maduraron en lo mental, se fortalecieron desde lo físico y se plantearon objetivos en el mundo de los golpes. Inspirados seguramente en los referentes mundiales que dio este país (Luis Firpo, Pascual Pérez, Ringo Bonavena, Carlos Monzón, Maravilla Martínez, la Tigresa Acuña, entre otros), varios misioneros se inclinaron hacia el boxeo como medio de vida, tanto de sufrimiento como de satisfacción.
Jóvenes promesas del pugilismo local, como José “Waly” Mareco, los hermanos Jorge y Simón Paredes, Agustín Peralta y Agustín De Melo, boxeadoras ya instaladas en el mundillo femenino, como Juana López o Claudia Garrido, o entrenadores que no descansan en sus esperanzas de formar nuevas figuras, como Gustavo González y Rubén Verdún, explican los motivos que llevan a cada uno de ellos a incursionar en este planeta en el que los golpes son el común denominador. En el que se disfruta someter el cuerpo a un castigo intenso. Pero cuyo alto precio todos están bien dispuestos a pagar.
Casi siempre asociamos el boxeo con un deporte de salvajes a los que les gusta ‘fajarse’, pegarse, lastimarse. De hecho, siempre ha sido un deporte asociado a las poblaciones más deprimidas. Nada más lejos de la realidad, ya que en los últimos tiempos se está poniendo de moda su práctica, ya que es una buena manera de ejercitar el cuerpo, eliminar tensión y, aunque no lo parezca, divertirse.
La gran mayoría de los que irrumpen en los gimnasios proviene de familias humildes. Conocen mejor que nadie aquello de que ‘uno se forma a los golpes’. Saben como muy pocos el verdadero significado de las palabras voluntad, esfuerzo y pasión. Desconocen el temor, los miedos y las dudas, y buscan construir sus propias historias arriba de un ring.
Tanto para los que se inician en la actividad para bajar de peso como para aquellos que tienen grandes aspiraciones, para los que sólo quieren divertirse o para los formadores de futuras promesas, el boxeo es su cable a tierra. Las siguientes historias así lo demuestran.

Por Gustavo Hollmann

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