Entre la información y la demanda

Lunes 13 de septiembre de 2004
Desafíos. | Para la licenciada, la profesión enfrenta cambios radicales.
Hoy se recuerda en el país el Día del Bibliotecario y pronto surge en la memoria el recuerdo de alguno con el que se ha compartido tardes estudiando en las épocas de escuela, o quien contestó pacientemente las preguntas de algún usuario en búsqueda de información, errante hasta el momento del encuentro con aquel profesional. Aún se los imagina enclaustrados, permaneciendo largas -eternas- jornadas encerrados en el recinto de cualquier biblioteca, pidiendo silencio o reclamando el cuidado de algún ejemplar exótico, rareza que para el ojo experto resulta deslumbrante aunque para la gran mayoría sea apenas perceptible.
Pero esa imaginería, cultivada por cientos de años, parece ir desvaneciéndose al paso de las nuevas tecnologías que llegan para pintar nuevos escenarios y parecen solucionar a alta velocidad cualquier búsqueda informacional.
La licenciada en bibliotecología y documentación Belarmina Benítez de Vendrell explicó que, justamente el manejo de las nuevas tecnologías y de la información, están entre las cuestiones más preocupantes para el desarrollo de la profesión de bibliotecarios. “Ahora es una preocupación muy grande la incidencia que debe tener la información para el desarrollo en nuestro países, sobre todo para los subdesarrollados y cómo hasta este momento no se había prestado atención a ese dato que es fundamental desde las políticas y desde lo que pueden hacer los bibliotecarios y profesionales de la información”.
Vendrell se desempeña como docente en la carrera de Bibliotecología de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam y se encuentra cursando la segunda etapa del Doctorado en Documentación Científica y Técnica, dictado por la Universidad de Granada (España).

Perfiles
Justamente, su desarrollo como docente le permitió tener una visión crítica respecto del desarrollo profesional y los desafíos que hoy deben enfrentar los bibliotecarios, en ese sentido, la formación de los egresados resulta clave. “El perfil cambió muchísimo, esta profesión es una de las que más se resintió con la introducción de las nuevas tecnologías, sobre todo porque rápidamente la biblioteca tuvo que asimilarla y el profesional que fue formado con un determinado perfil quedó desactualizado o se vió obligado a meterse en la vorágine de la actualización permanente. El que no llegó se quedó, eso es así y no hay vuelta”, enfatizó Vendrell.
En cuanto a la especificidad de esas transformaciones, explicó que los perfiles de formación ahora se inclinan más hacia el usuario. “Antes el perfil estaba volcado hacia los procesos, clasificar el material y almacenarlo, y el servicio dependía de ello. En cambio ahora, el perfil está totalmente volcado al usuario, las nuevas tecnologías hicieron que la parte de procesamiento pase a un segundo plano, por ello el profesional tiene que volcarse directamente al usuario, tiene que estudiar los perfiles de quienes requieren el servicio, la comunidad en la que se inserta, las necesidades sociales del medio. Tiene que ser un profesional comprometido con el medio, con su trabajo y fundamentalmente con la ética, y éste es un plano problemático porque no podemos guardarnos información, no podemos tergiversarla, dejar de dar lo que hay sobre lo que el usuario está necesitando”.

Realidad
Así, entre cambios en las formas de procesar la información y nuevos roles profesionales, los bibliotecarios asumen una realidad compleja en el plano laboral.“En la actualidad, los profesionales se insertan en el espacio que encuentran, eso muchas veces no coincide con su perfil pero  hacen lo que pueden ahí adentro. Tienen muchas presiones, por ejemplo, por parte de directivos o superiores que -en muchos casos- no son bibliotecarios y por ende no comprenden su trabajo. Entonces el bibliotecario trabaja a medias, recibe órdenes para las que no fue preparado y termina haciendo otras actividades no bibliotecarias, como informes, notas y otras cuestiones que no hacen a su labor”, describió la licenciada.

Desparejo
Sin embargo, la realidad laboral de los profesionales bibliotecarios tiene una contrapartida en el crecimiento de bibliotecas populares, que en los últimos años se han multiplicado. “Es un crecimiento un poco desparejo porque, por un lado crece un tipo de institución, la biblioteca popular, que depende de una comisión de voluntarios que crea una asociación, que luego pide a la Conabip la bibliografía. Esa no es la biblioteca que hoy necesita Misiones”, cuestionó Vendrell.
“Hoy necesitamos bibliotecas escolares que no hay. Nuestras escuelas no las tienen, tampoco profesionales bibliotecarios al frente. Un armario con libros no es una biblioteca, para serlo debe tener el servicio no sólo los libros amontonados”, opinó.
La docente, enfatizó además que en la provincia no se han diseñado políticas culturales que refuercen la actividad de éstas instituciones. “Hoy no tenemos sistema bibliotecario, Misiones no tiene bibliotecas públicas, no contamos con bibliotecas especializadas porque las pocas y únicas que se abrieron no están manejadas por profesionales; en realidad se dispone del material pero consulta quien sabe hacerlo”, se lamentó Vendrell.


Un día como hoy pero de...
El Día del Bibliotecario, fue establecido por el Congreso de Bibliotecarios reunidos en Santiago del Estero en el año 1942. Justamente el 13 de septiembre de 1810 apareció en la Gazeta de Buenos Aires un artículo titulado Educación, escrito por Mariano Moreno, en el que se informaba acerca de la creación, por la Junta de Mayo, de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, que luego sería transformada en Biblioteca Nacional, y de los nombramientos del doctor Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodriguez, los primeros bibliotecarios. La trascendencia de este hecho generó la necesidad de rescatarlo de la historia.